Luis Aragonés analiza en Marca sus cuatro años en La Roja
El técnico que rompió la racha de 44 años de abstinencia de títulos en la selección regresa de la mano de MARCA al 'paraíso' donde se gestó el riunfo en la Eurocopa
Aquí, en la intimidad y sosiego de estas tierras austriacas, muy cerca de Innsbruck, en pleno Tirol,
a tiro de glacial y paisajes paradisiacos se comenzó a gestar el
triunfo final, pero atrás quedaban casi cuatro años de trabajo con más
sufrimiento que alegrías.
PREGUNTA. Empecemos por el principio. Julio de 2004, cuando fue nombrado seleccionador.
RESPUESTA. Sí, todo no surge de la noche a la mañana. Todo tiene su recorrido. Para llegar al título hay que retrotraerse en el tiempo y analizar todas las cosas que sucedieron antes. Ya pude hacerme cargo de la selección seis años antes, pero finalmente fue Camacho el elegido.
Me nombraron después de la Eurocopa de Portugal donde las cosas no salieron bien. Nos habían eliminado en la primera fase. Me llamó Villar y no tuvimos que hablar mucho. El dinero era lo que era, que no era mucho entonces, como tampoco lo es ahora... pero la ilusión de dirigir a la selección de mi país estaba por encima de todo. No era cuestión de dejar pasar una segunda oportunidad.
¿Cómo recuerda esos primeros meses?
Eran tiempos de cierta confusión. España llevaba cuarenta años sin ganar nada y el desánimo estaba presente en los jugadores, como lo estaba en los aficionados y en la prensa. Para algunos, incluso, era un suplicio que les llamase. No les apetecía dejar sus equipos para jugar en un equipo que nunca ganaba. En muchos casos eran jugadores acostumbrados al triunfo y se preguntaban por qué no lo hacían con la selección. Ahora el ambiente es otro, se gana y todos están encantados de venir porque se engrandece su nombre.
¿Y usted tenía respuesta a esa pregunta?
Pues no, pero mi obligación era que pensaran todo lo contrario. No me gusta hablar mucho del componente suerte aunque en el fútbol es muy importante y yo me considero un tío de suerte. Un día se lo dije a Casillas. Me parece que fue antes de jugar contra Italia en cuartos. Le vi serio, dudaba, llegaba la hora de la verdad y se le vinieron muchas cosas a la cabeza a pesar de que ya habíamos hablado de ello. Le cogí y le dije: portero, vamos a ganar porque yo soy un tío de suerte... y usted también.
Es decir que por encima de todo les quería convencer de que no tenían que mirar hacia atrás, que no pensaran en el pasado...
De eso se trataba pero yo tenía claro que hubo selecciones anteriores que pudieron acercarse más a la victoria. La España de Clemente del Mundial de Estados Unidos era buena, muy buena. Mereció ganar a Italia aquel día de Julito Salinas... Y la España de Camacho del Mundial de Corea también debió llegar más lejos. Lo que nos hicieron contra Corea... no tiene explicación. ¡Fue un robo!
Al Mundial se llega vía repesca pero se llega...
Y creo que hacemos un buen Mundial. La primera fase fue buena. Contra Ucrania jugamos bien y metimos cuatro. Nos sobró el tercer partido porque ya estábamos clasificados. Ha pasado mucho tiempo y sigo pensando que no merecimos perder contra Francia. Es hablar por hablar, pero no fuimos peores que los franceses. Fuimos mejores, ¡qué coño! jugamos un buen partido. Nos volvieron a pasar cosas raras con el arbitraje, parecía como si España no pudiera ganar nunca... Pero después de esa derrota ante Francia comenzó a gestarse lo que después pasó en la Eurocopa.
Explíquese porque en la fase de clasificación para la Eurocopa comienza contando con los mismos hombres.
Yo tenía claras tres cosas. Una, cómo teníamos que jugar. Como nuestra condición física de base no daba y nuestra condición técnica de base sí daba, había que apostar por la posesión del balón y contar con los jugadores más técnicos que tuviéramos. Solo les quise aclarar conceptos para no tener malas interpretaciones. El fútbol no es tocar por tocar y aburrirse tocando. El fútbol es tocar para llegar. Tener el balón es primordial pero llegar, rematar y ganar, también. El dueño del balón es el dueño del juego.
La segunda premisa que tenía clara.
Que en el grupo sólo cabían los que se olvidaran de sus egos personales y pensaran solo en el equipo. Esos egos son jodidísimos, no podían mantenerse. Tenían que ponerse al servicio del grupo. A la vuelta del Mundial, tuvimos una reunión en la que hablé claramente con los jugadores y les dije que el que quisiera subirse al carro que se subiera pero que las reglas estaban claras. Xavi lo decía el otro día en la película que se ha hecho de la selección, "el problema de los equipos es el ego de los jugadores".
Entonces es cuando comienza a descartar jugadores. Cañizares, después Salgado, Raúl...
Yo no descarto a nadie. Esos jugadores y otros se van quedando en el camino porque llegan otros que aportan más al grupo. El grupo que fue campeón después se hizo fuerte a base de sufrir y ellos, los jugadores, fueron los que se dieron cuenta que su fuerza estaba en el equipo, no en el ego de un jugador u otro.
Al hablar de egos a qué comportamientos se refiere...
A que se piense más en uno mismo que en los demás. Que se meta un gol y se celebre, por ejemplo, con dos compañeros y no con todos, a que pongas mala cara porque no juegas...
Se está refiriendo a Raúl.
No me refiero a nadie en particular. Ellos saben quiénes defendían su ego por encima del equipo. A Raúl siempre le he respetado. Parece que se olvida quele esperé hasta el último día antes del Mundial. Era un jugador importante para el equipo y para el fútbol español. Igual que Xavi. Físicamente no llegó en plenitud, pero ahí estaba. No jugó el primer partido de titular, pero salió el segundo e hizo un gol. Y fue titular en el tercero y contra Francia. Me gustaría que de una vez por todas la gente comprendiera que la única razón por la que Raúl dejó de venir a la selección fue porque había otros jugadores que aportaban más. Estamos hablando de Villa, de Torrres... que jugaban en su posición.
¿Y la tercera premisa?
El trabajo sicológico. Convencer al equipo de que podía ganar. Al Mundial me llevé un sicólogo. Físicamente, en el día a día, estaba mi sobrino, Vicioso, pero el responsable era una candiense de una gran experiencia en la NBA y que iba y venía. Nos ayudó mucho a todos. También a mí. Aprendí otros conceptos de motivación y trabajo en grupo. Detalles en los que yo tenía que trabajar con el grupo. El equipo maduró mucho en ese sentido y por eso decido no traer ningún sicológo a la Eurocopa. El trabajo en ese sentido estaba hecho. Le doy gran importancia al trabajo que hicieron esos profesionales principalmente para el destierro de los egos. El resto lo fueron haciendo los resultados. El convencimiento de que se podía.
Ahí nace el ganar, ganar y ganar que siguen gritando los jugadores cuando hacen piña en el vestuario y en el campo.
Sí, así nace. Parece que convencer a un equipo de que debe ser un equipo es natural, pero hay que hacer un trabajo. Un día hablamos de esa frase. Antes se decía España-España-España... o cosas parecidas. Lo comentamos entre nosotros y yo lo solté a los medios de comunicación. Son signos sicológicos que el grupo acepta y se queda para sí porque lo acepta como suyo. El ganar y ganar y volver a ganar, les gustó. También metía otras frases en la pizarra que hicieran pensar al jugador para que están aquí, en la selección. Ahora lo siguen haciendo porque es algo de ellos.
Desterrados los egos, claro el estilo de juego y mentalizado el equipo de qué se podía ganar, llegamos a la Eurocopa y se gana.
Sentamos las bases, pero eso no nos aseguraba el triunfo. La clasificación no fue fácil. Perdimos un partido en Irlanda que no debimos perder nunca-nunca. ¡Hasta nos hicieron un gol de falta que nosotros utilizábamos! Ahí fue donde hablamos, sólo nos valían los que quisieran formar un equipo. Reconozco que lo pasé mal. Y los jugadores también. Nos pegásteis palos por todos los sitios. Parecía que me tenía que ir de España. Pero ellos reaccionaron bien. Ganamos en todos los campos donde teníamos que ganar. Un día muy importante fue el de Dinamarca. Se nos lesionaron todos los delanteros. Jugó Tamudo y marcó un gol. El equipo demostró carácter. Ese fue uno de los puntos de partida del futuro. Muchas veces cuando las cosas nos iban mal nos acordábamos de Aarhus.
PREGUNTA. Empecemos por el principio. Julio de 2004, cuando fue nombrado seleccionador.
RESPUESTA. Sí, todo no surge de la noche a la mañana. Todo tiene su recorrido. Para llegar al título hay que retrotraerse en el tiempo y analizar todas las cosas que sucedieron antes. Ya pude hacerme cargo de la selección seis años antes, pero finalmente fue Camacho el elegido.
Me nombraron después de la Eurocopa de Portugal donde las cosas no salieron bien. Nos habían eliminado en la primera fase. Me llamó Villar y no tuvimos que hablar mucho. El dinero era lo que era, que no era mucho entonces, como tampoco lo es ahora... pero la ilusión de dirigir a la selección de mi país estaba por encima de todo. No era cuestión de dejar pasar una segunda oportunidad.
¿Cómo recuerda esos primeros meses?
Eran tiempos de cierta confusión. España llevaba cuarenta años sin ganar nada y el desánimo estaba presente en los jugadores, como lo estaba en los aficionados y en la prensa. Para algunos, incluso, era un suplicio que les llamase. No les apetecía dejar sus equipos para jugar en un equipo que nunca ganaba. En muchos casos eran jugadores acostumbrados al triunfo y se preguntaban por qué no lo hacían con la selección. Ahora el ambiente es otro, se gana y todos están encantados de venir porque se engrandece su nombre.
¿Y usted tenía respuesta a esa pregunta?
Pues no, pero mi obligación era que pensaran todo lo contrario. No me gusta hablar mucho del componente suerte aunque en el fútbol es muy importante y yo me considero un tío de suerte. Un día se lo dije a Casillas. Me parece que fue antes de jugar contra Italia en cuartos. Le vi serio, dudaba, llegaba la hora de la verdad y se le vinieron muchas cosas a la cabeza a pesar de que ya habíamos hablado de ello. Le cogí y le dije: portero, vamos a ganar porque yo soy un tío de suerte... y usted también.
Es decir que por encima de todo les quería convencer de que no tenían que mirar hacia atrás, que no pensaran en el pasado...
De eso se trataba pero yo tenía claro que hubo selecciones anteriores que pudieron acercarse más a la victoria. La España de Clemente del Mundial de Estados Unidos era buena, muy buena. Mereció ganar a Italia aquel día de Julito Salinas... Y la España de Camacho del Mundial de Corea también debió llegar más lejos. Lo que nos hicieron contra Corea... no tiene explicación. ¡Fue un robo!
Al Mundial se llega vía repesca pero se llega...
Y creo que hacemos un buen Mundial. La primera fase fue buena. Contra Ucrania jugamos bien y metimos cuatro. Nos sobró el tercer partido porque ya estábamos clasificados. Ha pasado mucho tiempo y sigo pensando que no merecimos perder contra Francia. Es hablar por hablar, pero no fuimos peores que los franceses. Fuimos mejores, ¡qué coño! jugamos un buen partido. Nos volvieron a pasar cosas raras con el arbitraje, parecía como si España no pudiera ganar nunca... Pero después de esa derrota ante Francia comenzó a gestarse lo que después pasó en la Eurocopa.
Explíquese porque en la fase de clasificación para la Eurocopa comienza contando con los mismos hombres.
Yo tenía claras tres cosas. Una, cómo teníamos que jugar. Como nuestra condición física de base no daba y nuestra condición técnica de base sí daba, había que apostar por la posesión del balón y contar con los jugadores más técnicos que tuviéramos. Solo les quise aclarar conceptos para no tener malas interpretaciones. El fútbol no es tocar por tocar y aburrirse tocando. El fútbol es tocar para llegar. Tener el balón es primordial pero llegar, rematar y ganar, también. El dueño del balón es el dueño del juego.
La segunda premisa que tenía clara.
Que en el grupo sólo cabían los que se olvidaran de sus egos personales y pensaran solo en el equipo. Esos egos son jodidísimos, no podían mantenerse. Tenían que ponerse al servicio del grupo. A la vuelta del Mundial, tuvimos una reunión en la que hablé claramente con los jugadores y les dije que el que quisiera subirse al carro que se subiera pero que las reglas estaban claras. Xavi lo decía el otro día en la película que se ha hecho de la selección, "el problema de los equipos es el ego de los jugadores".
Entonces es cuando comienza a descartar jugadores. Cañizares, después Salgado, Raúl...
Yo no descarto a nadie. Esos jugadores y otros se van quedando en el camino porque llegan otros que aportan más al grupo. El grupo que fue campeón después se hizo fuerte a base de sufrir y ellos, los jugadores, fueron los que se dieron cuenta que su fuerza estaba en el equipo, no en el ego de un jugador u otro.
Al hablar de egos a qué comportamientos se refiere...
A que se piense más en uno mismo que en los demás. Que se meta un gol y se celebre, por ejemplo, con dos compañeros y no con todos, a que pongas mala cara porque no juegas...
Se está refiriendo a Raúl.
No me refiero a nadie en particular. Ellos saben quiénes defendían su ego por encima del equipo. A Raúl siempre le he respetado. Parece que se olvida quele esperé hasta el último día antes del Mundial. Era un jugador importante para el equipo y para el fútbol español. Igual que Xavi. Físicamente no llegó en plenitud, pero ahí estaba. No jugó el primer partido de titular, pero salió el segundo e hizo un gol. Y fue titular en el tercero y contra Francia. Me gustaría que de una vez por todas la gente comprendiera que la única razón por la que Raúl dejó de venir a la selección fue porque había otros jugadores que aportaban más. Estamos hablando de Villa, de Torrres... que jugaban en su posición.
¿Y la tercera premisa?
El trabajo sicológico. Convencer al equipo de que podía ganar. Al Mundial me llevé un sicólogo. Físicamente, en el día a día, estaba mi sobrino, Vicioso, pero el responsable era una candiense de una gran experiencia en la NBA y que iba y venía. Nos ayudó mucho a todos. También a mí. Aprendí otros conceptos de motivación y trabajo en grupo. Detalles en los que yo tenía que trabajar con el grupo. El equipo maduró mucho en ese sentido y por eso decido no traer ningún sicológo a la Eurocopa. El trabajo en ese sentido estaba hecho. Le doy gran importancia al trabajo que hicieron esos profesionales principalmente para el destierro de los egos. El resto lo fueron haciendo los resultados. El convencimiento de que se podía.
Ahí nace el ganar, ganar y ganar que siguen gritando los jugadores cuando hacen piña en el vestuario y en el campo.
Sí, así nace. Parece que convencer a un equipo de que debe ser un equipo es natural, pero hay que hacer un trabajo. Un día hablamos de esa frase. Antes se decía España-España-España... o cosas parecidas. Lo comentamos entre nosotros y yo lo solté a los medios de comunicación. Son signos sicológicos que el grupo acepta y se queda para sí porque lo acepta como suyo. El ganar y ganar y volver a ganar, les gustó. También metía otras frases en la pizarra que hicieran pensar al jugador para que están aquí, en la selección. Ahora lo siguen haciendo porque es algo de ellos.
Desterrados los egos, claro el estilo de juego y mentalizado el equipo de qué se podía ganar, llegamos a la Eurocopa y se gana.
Sentamos las bases, pero eso no nos aseguraba el triunfo. La clasificación no fue fácil. Perdimos un partido en Irlanda que no debimos perder nunca-nunca. ¡Hasta nos hicieron un gol de falta que nosotros utilizábamos! Ahí fue donde hablamos, sólo nos valían los que quisieran formar un equipo. Reconozco que lo pasé mal. Y los jugadores también. Nos pegásteis palos por todos los sitios. Parecía que me tenía que ir de España. Pero ellos reaccionaron bien. Ganamos en todos los campos donde teníamos que ganar. Un día muy importante fue el de Dinamarca. Se nos lesionaron todos los delanteros. Jugó Tamudo y marcó un gol. El equipo demostró carácter. Ese fue uno de los puntos de partida del futuro. Muchas veces cuando las cosas nos iban mal nos acordábamos de Aarhus.
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